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'Mesa para dos', de Amor Towles: invita y paga la cuenta

'Mesa para dos', de Amor Towles: invita y paga la cuenta

Amor Towles (Boston, 1964) es espécimen de rara y exquisita especie casi en extinción. La misma especie a la que alguna vez pertenecieron Irwin Shaw y William Styron y hoy pertenecen Mark Helprin y Anne Tyler y Nathan Hill. Es decir: el alguna vez egresado de Yale/Stanford y economista y asesor financiero de mucho éxito Towles —ya lleva tres en ocho años— es autor de 'best-sellers' con buena literatura. Y con la cuasi 'fitzgeraldiana' 'Normas de cortesía' (2011), la 'soviet-wesandersoniana' 'Un caballero en Moscú' (2016) y la 'steinbeck-keroactista' 'La autopista Lincoln' (2022), Towles primero encantó pero enseguida desconcertó por la aparentemente irreconciliable variedad de tramas comulgando con estilo preciso y funcional que no se privaba del destello deslumbrante. Y sí: Towles bien podía escoger sus territorios como quien compra acciones en compañías diversas para aumentar el valor de esos activos con su actividad y nombre.RELATOS 'Mesa para dos' Autor Amor Towles Editorial Salamandra Año 2024 Páginas 491 Precio 22,80 euros 4De seguir esta línea de análisis, 'Mesa para dos' —donde se sientan una 'nouvelle' en Los Ángeles y seis relatos neoyorquinos— no funciona como el típico volumen de rejunte de materiales dispersos para mantener satisfecho apetito de lectores y editores mientras llega nueva novela. No, aquí, una vez más, la Doctrina Towles antes mencionada en cuanto a su voraz y polimorfa y perversa ambición en cuanto a poner en práctica una suerte de 'merger' sobre diferentes 'compañías'. Así —si aquí el anzuelo es la novela corta recuperando a personaje de 'Normas de cortesía', la inestable y aventurera Evelyn Ross, ahora lanzado a la conquista del Hollywood dorado con aires 'noir' de Hammett & Chandler— enseguida se descubre que lo más interesante y logrado de 'Mesa para dos' está en los relatos. Porque aquí el propósito de Towles es consagrarse como autor de cuentos al estilo del semanario 'The New Yorker'. Así, se detectan sin dificultad y con regocijo ecos y reflejos de John O'Hara, John Cheever, John Updike, Anne Beattie, James Thurber, Grace Paley y de tantos otros y otras. Esa capacidad para la comprensión y compresión de una anécdota aparentemente casual y cotidiana hasta hacerla estallar en una epifanía. El propósito de Towles es consagrarse como autor de cuentos al estilo del semanario 'The New Yorker'Todos tienen su encanto y su pericia formal pero, por destacar uno, allí está 'Hasta luego': uno de los mejores y más graciosos y sentimentales cuentos jamás escritos sobre el alcoholismo cerrando con una magistral y sencilla y perfecta última línea. O, tal vez, 'El traficante' transcurriendo en el Carnegie Hall y emocionando hasta al lector más curtido. O, si no, esa suerte de fantasía falsificadora muy Paul Auster que se hace real en sociedad artística entre un aspirante a escritor y un vendedor de libros en 'La balada de Timothy Touchett'. O 'La cola', donde Towles parece homenajear a Isaac Bashevis Singer. O la variación madre-hija en 'I Will Survive' y ese cierre escalofriante con un 'Y como éramos los que más la queríamos, le mentimos. Todos, del primero al último'. O las tensiones familiares por amor y odio al arte en 'El fragmento Didomenico'. En resumen: los apetitosos aperitivos y tragos en el menú de 'Mesa para dos' proponen uno de los libros mejor preparados y servidos en mucho tiempo. Y —a la espera de un nuevo banquete 'de novela'— Amor Towles invita y se hace cargo de la cuenta. R.S.V.P.

Publicado el 05-09-2024 17:03

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