Son las siete de la tarde en la cuesta de Moyano. Bien plantado en su pedestal, Pío Baroja preside el paseo de los libreros madrileño, impertérrito. Y pensar que Ernest Hemingway le dio la turra al escritor en su lecho de muerte para decirle que si alguien se merecía un Nobel era Baroja y no él. Una fotografía inmortalizó el momento con Baroja tendido en la cama y Hemingway a su lado dedicándole su libro 'Adiós a las armas'. ¡Pobre Pío Baroja, esa homilía del ego ajeno en la víspera de palmarla! Que puede estar uno muy ocupado muriéndose como para atender a un novelista de semejantes proporciones. Bien se sabe que Hemingway intenso era y que se tomaba muy en serio a sí mismo. Intento imaginarlo caminando ahora por esta cuesta de Moyano, este prodigio histórico de la ciudad de Madrid que sobrevive a pesar de las autoridades culturales que no han llegado a comprender del todo que los libreros de Moyano son a Madrid lo que los buquinistas a París. Cosa curiosa porque los madrileños aún venden libros, a diferencia de los parisinos, que han tenido que claudicar ante los 'souvenirs' si quieren vender algo. «España es el último buen país», dijo Ernest Hemingway a un periodista del Diario de Navarra, una frase que Gregorio Marañón recogió en su 'Hispanomanía' (Galaxia Gutenberg). «Spain is the last good country», esas fueron las palabras con las que el Premio Nobel confeccionó una España a la medida de sus ensoñaciones, como lo hicieron los franceses e ingleses que viajaron en los siglos XIX y XX y acuñaron la imagen de España como un lugar acaso exótico. La España de los Sanfermines, contada por Hemingway, se parece a la de Merimée. Una bellísima ficción, un retrato desde dentro escrito por gente de fuera. Y, sin embargo, algo romántico, remoto e incluso ingenuo permanece flotando en el ambiente. Una ciudad necesita sus hipérboles para ser realmente auténtica y el safari madrileño de Hemingway sin duda lo fue. Junto al Jardín Botánico, entre la Glorieta de Carlos V y el parque de El Retiro, se despliegan 30 casetas en las que Baroja y Gómez de la Serna buscaron libros. Nosotros tenemos la suerte de poder hacerlo, cien años después.
Publicado el 15-09-2024 18:43
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