Dicen los jinetes que somos lo que somos por cómo nos relacionamos con los caballos. A lomos de los más nobles y bravos ha cabalgado el centauro de Estella, con un hilo de armonía entre las riendas y el bocado, aunque no hayan faltado las espuelas al propio espectáculo por ese no querer verse frente a frente con Diego Ventura, cuya furgoneta aún marca el kilómetro cero en el norte. Pero era la tarde de Pablo Hermoso de Mendoza , leyenda del arte de Marialva, que vivió una triunfal y emotiva despedida. Mágica en su séptima puerta grande, la más soñada después de cuajar al último toro de su carrera en Vista Alegre.Había brindado esta faena a su hermano. Bondadoso se llamaba el de San Pelayo, con muy notable ritmo, pero con esos pies de salida que lo ponían en apuros a lomos de Regaliz. El verdadero magisterio vino sobre Nairobi, con una emoción que crecía en los infinitos ochos de sus hermosinas. Para paladear el trincherazo por los adentros, toreando de verdad. Pero había más. Porque faltaba la estrella de la tarde, Malbec. Qué corazón y elegancia, con esa expresividad que marcaba diferencias hasta en los adornos con el piaffe y las piruetas en la cara, dos de enorme ajuste, tras un fenomenal par en los mismísimos medios. Ardía la plaza, pese al frío ambiente, de tiempo y de gente (ya sin Roca en los carteles, volvieron las entradas tristes). Y Pablo, que tantos éxitos ha perdido en la hora final, enterró un efectivo rejón, que desató la pañolada y las dos orejas como premio a su inmensa trayectoria. Trincherazo de Juan Ortega a su primer toro BMFAndaba Matías más bizcochón, no sólo en los pañuelos blancos, sino también en varios toros aprobados. Cómo sería la cosa que los ejemplares de rejones lucieron más presencia que alguno de a pie, en los que el lote más ideal cayó en las bolitas de Juan Ortega, afortunado en su presentación bilbaína. Noticia Relacionada estandar No Villalpando, apoderado de Urdiales: «Diego tendrá que hacer un esfuerzo sobrehumano para torear en Bilbao» Alicia P. Velarde El apoderado del diestro riojano habla con ABC sobre la cogida que sufrió el torero en Azpeitia, y los plazos de recuperación de cara a este agostoDescorchó el festejo un murube de buen son en los inicios, aunque cada vez más reservón y aplomado, con el que el maestro navarro anduvo con menos tino, a pesar de su entrega. Con el cielo panza de burra y la arena negra rociada de agua, había arrancado el larguísimo festejo, con sus dos sobreros. El ‘chipi-chipi’ no dio tregua ni en el ‘aurresku’ en honor a Pablo, al que perseguía la mirada emocionada de su hijo Guillermo. Después de no estar acertado en el primer rejón de castigo, colocó otros dos. Lo acusaría luego Esmeraldo, en el que expuso en el toreo a dos pistas, mientras intercalaba su patente de hermosinas sobre Nairobi. El carrusel de cortas añadió sal al guiso, pero el acero enfrió el plato inaugural. Lo más sabroso estaba por llegar...Y no sólo a caballo, sino a pie, con un debut de Juan Ortega de rebosante torería. Tanta derramaba en esa manera de andarle a los toros que no habría nada de mayor trapío. Decía Juan Moneo ‘El Torta’ que unos cantan lo que saben y otros saben lo que cantan. Ortega se sabe el toreo y lo canta. Con versos de armonía que eclipsan la vulgaridad del mundo. Sin ataduras, como esa verónica y media de espíritu libre. Con el mismo vestido de su obra maestrante. De canela y oro el prólogo, recitando poemas para sacarlo de las tablas. Hasta en el molinete se respiraba enjundia. Hubo enganchones por el punteo del cuajado y hondo animal –de mejor pitón derecho y con más boyante embroque que despedida–, pero torear más despacio parecía imposible. Desistió del izquierdo cuando le pegó un arreón, pero por la mano del lápiz dibujó auténticas bellezas. Como si toreasen hasta las otras yemas, con el macho arrancado prendido en sus dedos zurdos. El conjunto le dio el pasaporte a una oreja con sabor, a pesar de que la petición no fue abrumadora: andaba el palco más alegre este sábado.Aroma de eternidades tuvo su obra al cariavacado sexto, tan fino que lucía escurrido y de canino porte. Todo lo ponía Ortega, señorial a la verónica. Tanto que acabaría callando las protestas en un quite por chicuelinas bendecido por la lluvia. Hasta el campanario de la iglesia colindante tocaba a gloria, con un perfume a dos manos que embriagaba. Cómo sería su milagro que el sirimiri adquirió fuerza. Porque agua bendita y vida era su faena, enganchando y acompañando la obediente embestida, de fondo limitado. Olía a nuevo trofeo, pero el descabello frenó la petición con Náutico. Corridas Generales de Bilbao Plaza de toros de Vista Alegre. Sábado, 24 de agosto de 2024. Séptima de las Corridas Generales. 5.800 espectadores. Toros de San Pelayo (1º y 4º), Ventana del Puerto (2º, 3º y 6º) y Puerto de San Lorenzo (2º bis y 5º), Valdefresno (2º tris), desiguales de presencia y juego; mejores los de rejones y La Ventana, el peor, el manso y violento 5º. Pablo Hermoso de Mendoza, de negro y plata: pinchazo, rejón y dos descabellos (palmitas); rejón (dos orejas). Diego Urdiales, de negro y oro: pinchazo y estocada desprendida (palmas); estocada baja enhebrada, cinco pinchazos, media y cinco descabellos (silencio tras aviso). Juan Ortega, de canela y oro: estocada desprendida perpendicular y descabello (oreja); estocada y descabello (leve petición y saludos).Naufragó Diego Urdiales en su regreso a Bilbao con un lote a la contra. Con una fractura costal y el cariño recogido en la ovación, paró cuatro animales hasta acabar matando los de peor estilo. Muy mansos, y con un temperamental quinto, que le hizo pasar muy mal rato en su «un, dos, tres, probando, probando...». Había tenido el gesto de brindar a Pablo, al que pasearon a hombros en otra página más para su historia de leyenda: la séptima.
Publicado el 25-08-2024 00:04
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