Hay otros mundos, pero están en este. La cita de Paul Éluard me vino a la cabeza al cruzar el pequeño puente que une Isla de Pedrosa con Pontejos, una población frente a Santander. Un lugar desconocido para quienes no viven en la comarca y que conserva un aura de misterio que sobrecoge al visitante.Edificios en ruinas, protegidos por vallas herrumbrosas, ventanas sin cristales, oscuros pasillos que se adentran en la oscuridad y viejas leyendas que contribuyen a crear un ambiente inquietante en el que es fácil imaginar la aparición de algún fantasma del pasado. No en vano esta isla arbolada de diez hectáreas albergó un hospital antituberculoso que cerró sus puertas en 1989. La vegetación ha ido invadiendo los espacios que parecen resistir como barcos varados en la bahía que se domina desde el promontorio de Pedrosa. No pude evitar la tentación de colarme por un agujero al interior de uno de sus pabellones con los techos derrumbados y las vigas dobladas por el paso del tiempo. Armarios desvencijados, esqueletos metálicos de algunas camas y una mesa camilla siguen allí, vestigios de un pasado cuyos ecos siguen resonando en sus desolados muros.El complejo hospitalario, que incluía pabellones para el personal sanitario, una iglesia, un teatro modernista, hoy restaurado, y un antiguo balneario, llegó a acoger antaño a más de 600 pacientes. Las autoridades de Santander aprobaron su creación en 1834 para aislar a enfermos de lepra, fiebre amarilla, colera y viruela. Hubo que esperar a 1869 para que este lazareto fuera inaugurado. El hospital se especializó a partir de 1909 en tuberculosis y padecimientos óseos. Se conservan fotos de una visita de Alfonso XIII por esa época. Los habitantes más viejos de Pontejos recuerdan a las llamadas 'Niñas Pájaro', internadas en Pedrosa en la década de los 60. La mayor tenía seis años y la pequeña, cuatro. Padecían una enfermedad denominada progeria, que produce un envejecimiento prematuro. Su familia, que residía en un pueblo de Cantabria, acudía los fines de semana a visitar a las dos hermanas. Los vecinos de la localidad recuerdan que al principio suscitaban una mezcla de miedo y extrañeza cuando paseaban por el pueblo, pero que luego fueron acogidas con cariño. Una de ellas, Aurora, falleció a los 17 años. Pilar la sobrevivió y murió de un infarto en 1986.La historia de las 'Niñas Pájaro' fue creciendo con el transcurso del tiempo y alimentando la leyenda de que la isla estaba poblada por seres deformes y monstruosos que se escondían a la vista del público, algo que desmienten los enfermos que pasaron por allí, que subrayan que la calidad de la atención medica era excelente.Noticia Relacionada estandar Si Tillamook Rock, el faro maldito Pedro García Cuartango Situado en un islote inaccesible de Oregón, fue abandonado en 1957 tras una serie de desgracias y catástrofesAunque muchos de quienes se acercan al paraje desconocen la historia de la Isla de Pedrosa, resulta muy difícil evitar una sensación de estremecimiento al recorrer sus caminos y vislumbrar entre los árboles los edificios abandonados, que parecen salidos de una pesadilla o de un cuento de terror.No es extraño que Anita Lauda, escritora e investigadora de fenómenos paranormales, acudiera a Pedrosa hace algunos años para constatar la veracidad de las leyendas que todavía circulan. Anita y seis colaboradores aseguraron haber presenciado una noche como una enfermera y un grupo de niños descendían por una escalera mientras escuchaban sus pasos y sus voces. Otros visitantes dicen haber experimentado visiones parecidas.No encontré ningún fantasma cuando visité Pedrosa hace un año, pero es verdad que, al cruzar el puente y volver a la carretera donde había aparcado mi coche, tuve la sensación de despertar de un sueño, de regresar de un entorno situado fuera del tiempo. Puede que la isla no esté embrujada, pero su insólita belleza y su magia merecen un viaje a Pontejos.
Publicado el 15-09-2024 18:50
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