En cuestión de horas arranca una temporada artística nueva, a estrenar. Fíjense en el calificativo: 'nueva' . Eso es que esperamos de ella propuestas frescas, distintas, nunca vistas. Eso implica, de alguna manera, dejar de lado lo que se repite, lo que ya se conoce. Precisamente contra esta tendencia lucha la colectiva que este fin de semana inaugura en Madrid Paisaje Doméstico (C/ Alfonso Gómez, 11). Noticias Relacionadas reportaje Si ARTE 'A veces llegan cartas 2024': Unas merecidas vacaciones de postal Javier Díaz-Guardiola estandar Si ARTE La mar de 'mediterráneos' avistados desde Cartagena Javier Díaz-GuardiolaSu título, 'Arte de emergencia', poniendo el foco en creadores veteranos que, por las razones que sean, han sido dejados de lado por las galerías: «Lo que planteamos es una reflexión sobre lo que está pasando en el mercado del arte, que busca continuamente lo emergente –explican Juan Cabello y Rafa Bonilla, los artífices de este espacio alternativo en su propio domicilio que cada vez escora más a las labores de una galería al uso–. Es un análisis sobre la obsesión del mercado por el producto nuevo, cuando al final son los años los que dan mayor sabiduría, mejor técnica y un poso conceptual sólido».En progresoLa cita recoge aportaciones –de distintas épocas, además, para que así se vea esa evolución que pretenden los comisarios– de autores como Marta Cárdenas, Teté Vargas, Rita Rutkowski o Manuel Bouzo . Este último (A Ponte, 1946), de la quinta de Aníbal Merlo, Manuel Alcorlo, Manuel Rufo o Rafael Liaño, con los cuales, en 2005 realizó un experimento similar al de Paisaje Doméstico al que bautizaron 'Sumergentes': «El problema de no contar con los seniors es que se produce una evidente pérdida de memoria. Parece como si el arte –y eso nos ha pasado a todos, pues todos hemos sido jóvenes– lo estuvieran inventando los emergentes. Lo preocupante es que ese adanismo cada vez es más acusado y se apoya en comisarios noveles que repiten la misma amnesia».Bouzo, que fue becado de la Academia de España en Roma, de la Botín o Premio de Creación Artística de la CAM, recuerda cómo antes era también difícil acceder al mercado, «pero porque la oferta de galerías era mucho menor», y se ríe cuando explica cómo primaba lo que él denomina «teoría del error»: «Si te han dado la beca de Roma, probablemente un error, luego accedes a otra porque te dieron esa, y luego a otra porque te dieron esas dos».Entre todos sumamos De arriba abajo, Manuel Bouzo en Paisaje Doméstico; Julieta de Haro en su época en El Tercero de Velázquez, y Paco Lagares, artista también de 'Arte de emergencia' ABCLe acompaña ahora en Espacio Doméstico Paco Lagares (Madrid, 1948), último pensionado por oposición en Roma, becado por la Juan March, por el Ministerio de Cultura, perteneciente a esa generación de «artistas que firmábamos contratos con las galerías», reconoce haber notado el 'edadismo', pero lo achaca a «una ley natural»: «También nosotros sustituímos a otros». Además, que no expusiera no significara que hubiera desaparecido: «Para mí, la docencia siempre ha sido consecuencia de mi actividad, y mi principal sustento económico. Dando clases sí que he llegado a lo máximo a lo que se puede optar en la universidad». El problema es que «todo el discurso conceptual que puedas crear se apoya en un objeto». Si este no se expone no se ve la evolución, ese poso. Y añade: «Y si no tienes fecha para exponer, tampoco tienes presión para trabajar».¿Dónde está la razón de que el mercado apueste tanto por la emergencia? Para José de la Mano, cuya galería se ha dedicado en estos años a rescatar este tipo de figuras (su mayor éxito sería Aurèlia Muñoz, pero ahí quedan también LUGÁN u otros artistas del Centro de Cálculo ), la razón es que «tenemos un modelo de mercado que devora contemporaneidad. Si repasas los catálogos de ARCO de los últimos 15 años ves cómo los nombres se diluyen». Su labor era vista hasta hace no mucho como de 'mercado secundario' («algo estúpido, cuando estos creadores no habían vendido en muchos casos ni un cuadro en la vida y tenías casi que tratarlos como emergentes»). En su opinión, un cambio de mercado está facilitando su quehacer: «Del covid para acá, muchas galerías están metiendo en sus programaciones a artistas de los 50, 60 y 70». Pero apunta: todo se debe a ese deseo de novedad, no tanto a un interés intelectual.La 'viejuna' y el 'arqueólogo'En Apertura, su espacio atenderá la longeva producción de la canaria Maribel Nazco (1937). Ella se define a sí misma como 'viejuna' («no sabía yo que lo mío era edadismo») y a su nuevo marchante, De la Mano, de «arqueólogo»: «¿Qué que aportamos los de mi generación? Disciplina. También compromiso. Quizás alguna carga aburrida. Pero es que un artista no puede dejar nunca de trabajar. Yo lo hago a diario y, si no es así, no justifico el día para mí».Sin duda, todos nuestros encuestados coinciden que apostar por un joven no sólo es más barato. También son más maleables. Una pescadilla que se muerde la cola se aprovecha de su deseo de 'dar el campanazo' rápido. «Es más sostenible descubrir y poner en circulación nuevos valores –analiza Julieta de Haro, ahora directora de CentroCentro, donde tiene claro que tiene que desarrollar «una programación intergeneracional sin prejuicios», pero que en su última etapa como gestora puso en pie El Tercero de Velázquez, exponiendo en su propia casa a toda esa generación de los 80 con la que España, tras la dictadura, se quiso mostrar moderna al mundo (Ouka Leele, Javier de Juan, Pedro Castrortega...) , y que luego ha olvidado: «Tendemos a pensar que la invisibilización se da con gente muy mayor, pero cumplir los 40 para un artista es muy peligroso». Eso es porque en España no se cuidan las medias carreras.Manos tendidas De arriba abajo, Maribel Nazco en ARCO'24; Roberto González Fernández en Arriaza; y el galerista José de la Mano ABCCabría pensar que ellas sufran más el fenómeno. Error: «Para ser justas, hay que decir que la revisión que se está haciendo de lo femenino las está beneficiando, porque se está recuperando a las mujeres de todas las épocas –expone De Haro–. Y yo creo que el edadismo sería otro tema a tratar como se ha tratado el de género». Lo corrobora De la Mano: «Nosotros hasta ahora no nos fijábamos en estas cuestiones, pero hoy se reciben más subvenciones cuantas más mujeres tienes en tu programa y eso ayuda en el acceso a las ferias. Es pues inevitable que se las tenga en cuenta».A sus 76 años, Roberto González Fernández dice no haber sufrido nunca el desprecio del mercado. Pero precisamente porque sabe que existe reconvirtió hace dos años lo que sería su nuevo estudio en Espacio Arriza, un lugar para exponer, sin ánimo de lucro, a aquellos que no encuentran dónde hacerlo, muchos de su generación: «Mi caso es particular, pero entiendo que es difícil para un artista vivir de espaldas al mercado. Con cargas familiares, hipotecas, es complicado».Y podría pensarse que mientras el mercado deja de ocuparse de estas generaciones según cumplen años, las instituciones («por ir sobre seguro», confiesan nuestros interlocutores) sí que se interesan más por ellas. «¡Y mejor que sea antes de que mueras!», bromea Bouzo. Él arroja una idea interesante: «Sin embargo, un artista, realmente, envejece poco. Cuando has encontrado tu lenguaje, sólido, te queda poco por recorrer». ¡Y cuidado! No se trata de 'recuperar' a nadie. En Paisaje Doméstico lo tienen claro: « El término es tan nazi como el de ser inclusivo: ¿Quién eres tú para recuperar a nadie, para incluir a nadie? Nosotros solo constatamos una realidad». Con esos ojos, pues, acudiremos a su propuesta.
Publicado el 05-09-2024 12:39
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